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La pandemia vuelve a poner en jaque nuestra salud visual

Inmersos ya en la sexta ola de la pandemia por covid-19, con un centenar de aulas confinadas en Castilla y León, y el trabajo, reuniones y encuentros ‘online’ al alza nuevamente, el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL) insiste en la importancia de la higiene visual y las revisiones periódicas para evitar problemas oculares, que pueden derivar en enfermedades graves si no se previenen o tratan a tiempo.

Además, estas fechas navideñas se convierten en la época propicia para regalar todo tipo de dispositivos electrónicos, sobre todo a los menores y adolescentes, ante lo que estos profesionales sanitarios de atención primaria en salud visual recomiendan supervisar el uso abusivo de las pantallas y establecer medidas que apacigüen el daño ocular.

Así lo explica la vicedecana de COOCYL, Ana Belén Cisneros: “El ojo humano está diseñado para mirar de lejos y estar al aire libre, pero cada día pasamos más horas delante de nuestros teléfonos móviles, tabletas, portátiles… Y estar tanto tiempo delante de las pantallas a una distancia muy corta es poco recomendable y puede producir daños en nuestros ojos”.

Algunos de estos problemas son consecuencia “del esfuerzo continuado de acomodación y convergencia al enfocar a distancias muy cortas, lo que provoca ‘fatiga visual digital’, además de la sequedad ocular provocada por la falta de parpadeo”.

De hecho, diversos estudios realizados durante el primer confinamiento y a lo largo de la pandemia detectan cómo la visión ha empeorado en más de la mitad de la población, una situación más preocupante entre los jóvenes, ya que ocho de cada diez han padecido un empeoramiento de la vista.

¿Qué debemos hacer para minimizar el daño de las pantallas?

Ante esta realidad, tal y como recuerda Cisneros, es preciso tener en cuenta, “además del soporte electrónico que empleemos para leer, el uso que hagamos de él a lo largo del día, así como asegurarnos una buena visión, corregida con gafas o lentes de contacto en el caso de tener algún defecto de refracción”.

“Un mal uso prolongado de un dispositivo electrónico, unido a un defecto visual sin compensar, puede provocar fatiga visual y dolor de cabeza”, añade la experta.
Además, es importante seguir unas sencillas pautas comportamentales. Entre ellas, mantener una distancia mínima de 30 cm en el caso de móviles y tabletas y 50 cm para ordenadores o videoconsolas; contar con una correcta iluminación en las habitaciones, evitando los reflejos en la pantalla; y aplicar la regla 20-20-20, esto es, descansar 20 segundos cada 20 minutos mirando a 20 pies de distancia (seis metros) o relajar la vista observando objetos lejanos a través de la ventana.

Asimismo, se debe ubicar el dispositivo ligeramente por debajo de la altura de los ojos, mantener una postura correcta mientras se utiliza, procurar que la pantalla esté siempre limpia, con una imagen estable y sin destellos, ajustar el brillo y el contraste y estudiar o leer con texto negro sobre fondo blanco. También se deben adaptar los colores del monitor para que sean siempre claros y mates, y es importante configurar los caracteres y el tamaño de la fuente –que no sea muy pequeño– para facilitar la legibilidad.

Todo ello reducirá el riesgo de sufrir alguna deficiencia refractiva debido al uso prolongado de los dispositivos electrónicos, así como otros síntomas asociados, como visión borrosa transitoria o visión doble, dificultad de enfoque de distancias, sensibilidad al brillo de la luz, incomodidad ocular, dolor de cabeza y ojos irritados, secos o cansados.

Signos propios del ya conocido como Síndrome Visual Informático (SVI), cuya prevalencia puede seguir aumentando en un contexto de pandemia en el que muchas veces los espacios no están adaptados para el uso de dispositivos electrónicos con todas las garantías.

Una situación especialmente preocupante entre los menores, adolescentes y jóvenes, que no solo están aumentado el uso de las pantallas para sus obligaciones educativas, sino que forman parte de una generación tecnológica que utiliza los móviles de forma continuada a lo largo del día.

Para este colectivo, desde COOCYL se recomienda de forma específica “que los niños pasen más tiempo al aire libre”. De hecho, la evidencia científica ha demostrado que dos horas al día en la calle o en la naturaleza son muy relevantes para controlar el aumento de la miopía o retrasar su aparición. “Por tanto, hay que intentar controlar que niños y adolescentes pasen más horas al día alejados de los dispositivos digitales en sus momentos de ocio y aprovechar las grandes pantallas, como las de cine y televisión, para visualizar series o películas, ya que ayudan a que el sistema visual esté más relajado, al estar enfocando en distancias más lejanas”, aclara Ana Belén Cisneros.

Algunos datos reflejan esta situación de mayor vulnerabilidad, entre ellos, el incremento exponencial de la miopía, que ya afecta al 60% de los jóvenes de entre 17 y 27 años, y está aumentado igualmente en edades más tempranas. El peligro no está solo en el defecto refractivo actual, sino también en no saber controlar su progresión, ya que superar las cinco dioptrías se asocia con un riesgo mayor de sufrir patologías graves de la visión, como desprendimiento de retina, cataratas, degeneración macular o glaucoma.

Por eso es fundamental incorporar revisiones periódicas de nuestra salud visual, porque la realidad es que solo tres de cada diez niños han acudido alguna vez a revisarse la vista, cuando lo recomendable es hacerlo al menos una vez al año. En este sentido, como explica Ana Belén Cisneros, “los ópticos-optometristas están perfectamente formados y capacitados para ayudar a paliar los efectos del mal uso de las pantallas y evitar la progresión de la miopía asociada”.

#VivePorTusOjos

Los consejos sobre la salud visual en torno al uso de dispositivos electrónicos se distribuirán a lo largo de todo este mes a través de las redes sociales con la etiqueta #VivePorTusOjos, la campaña impulsada por el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL) para incidir en la idea de que la vida con buena visión es mucho mejor y que, para lograr mantenerla, hay que tener en cuenta cuáles son las revisiones, los cuidados y las medidas de prevención fundamentales.
Una tarea en la que el óptico-optometrista, como agente primario de la salud visual, puede convertirse en nuestro mejor aliado en todas las etapas de la vida, y de forma especial en el caso de las personas más vulnerables a desarrollar problemas oculares.

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