Carlota Barrera muestra su colección AW20 en París
Año 1920, una gran mansión con suelo marmolado y portero de chaqué. No hay más invitación que el boca a boca y extraño es quien conoce personalmente al anfitrión. La historia de una noche de hedonismo, derroche y seducción. En el transcurso de la noche se desabrochan los botones, se remangan las camisas y se abren cremalleras. Cera sobre el mantel, copas derramadas, mezcla de perfumes, opiáceos y un tema de conversación en cada sala. La colección muestra la evolución de las prendas desde el esmoquin impoluto hasta el pijama repleto de arrugas, pasando por una mancha en un jersey de lana de merino fruto de los delirios del alcohol. Fluctúa entre la aristocracia y la bohemia, los detalles de sastrería clásica y la funcionalidad de la vestimenta actual.
Con una mezcla de materiales y colores desde lanas italianas, tejidos técnicos, estampados psicodélicos, color marfil y azul de Prussia la colección experimenta y actualiza el código visual de la época.
Una raya diplomática especial se difumina tanto en trajes de lana como en pijamas de cupro, jerseys de punto muestran distorsiones en 3D y la parte artesanal se reinventa con exclusivas prendas de cuero recuperado de piezas vintage.
Las siluetas de la colección van desde una clásica sastrería con pantalones de tiro alto y los cut-outs característicos de la firma hasta pijamas y batines fluidos, pasando por una reinvención de detalles de la camisería clásica, alusiones a ropa interior y de cama y siluetas contemporáneas como prendas denim, punto ceñido y chaquetas aviador.
Carlota Barrera escoge un espacio industrial, frío y sin elementos decorativos en Le Marais, una de las zonas de moda de París, para presentar Dewdroppers. Malthus, músico y compositor británico, pone la música creando un ambiente espiritual y mágico en contraposición con las hedonistas y excéntricas fiestas de los años 20 en los que se inspira la colección.